La adicción al juego entre los jóvenes

La adicción al juego entre los jóvenes

En las llamadas adicciones conductuales, como es el caso del juego, no hay adicción a una sustancia química sino que se trata de una adicción a una conducta que, sin embargo, genera una dependencia similar a la provocada por las drogas.

La adicción conductual se ha hecho más visible y se ha extendido más en una sociedad como la actual que está tan ligada a las nuevas tecnologías.

Pero según Ignacio Busarte, psiquiatra y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), el ordenador o los teléfonos inteligentes son sólo la herramienta, ya que el origen del problema de estas adicciones modernas provocadas por las nuevas tecnologías no está en los aparatos sino en las infinitas posibilidades que nos ofrece la red y en la estructura psíquica del sujeto que las usa.

Y en el contexto de las adicciones conductuales, el juego patológico tiene un protagonismo especial y está incluido en la clasificación de adicciones por las evidencias neurocientíficas que permiten equipararlo a la adicción de cualquier sustancia. Se trata de una adicción entre dos y cuatro veces más frecuente entre jóvenes de edades comprendidas entre los doce y diecisiete años que en adultos.

Pero una adicción conductual –juego patológico, compras compulsivas, dependencia de internet o adicción al sexo–va ligada en la mayoría de casos a otros trastornos mentales previos que favorecen la adicción, como ansiedad, hiperactividad, comportamientos obsesivos y convulsivos, déficit de atención, etc.

Por ello, los expertos consideran que, si queremos afrontar el problema, habrá que trabajar más en la prevención, en detectar a tiempo esos trastornos en los adolescentes para tratarlos antes de que sea demasiado tarde. Si esa dependencia está relacionada con el uso del ordenador o el teléfono, retirar esos aparatos no es la solución, así que la estrategia debe centrarse en el diagnóstico precoz y el control de los contenidos consumidos por esa persona con riesgo.

En lo referido a la adicción a internet, el problema no son las horas de uso de esas tecnologías, sino que lo determinante es el grado de interferencia que el tiempo dedicado a ellas causa en la vida cotidiana del usuario. En este sentido, hay muchas alertas que avisan cuando el uso de internet pasa a convertirse en adicción.

Teniendo en cuenta que la persona que padece ese problema suele auto-engañarse y miente cuando se le pregunta cuántas horas ha estado conectado, los expertos aconsejan actuar cuando el uso de esas tecnologías roba horas de sueño, descuida actividades importantes del día a día, surge irritación cuando uno no se puede conectar o esa persona se aísla del mundo real, no rinde en sus estudios y sólo se relaciona por el mundo virtual.

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