Centro de desintoxicación sin ingreso – Drogas sobre dos ruedas

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Plomo en los bolsillos (Libros del K.O.) es un libro de Ander Izaguirre sobre la historia del Tour de Francia.

Ander Izagirre es un periodista, escritor, bloguero y viajero vasco. Publica sus reportajes y crónicas, especialmente sobre viajes, en revistas como National Geographic o Lonely Planet Magazine, y en diarios como El Diario Vasco y El Correo. Es autor del blog ‘Periodismo con botas’

En Plomo en los bolsillos, Izaguirre cuenta cómo Pélissier, ganador del Tour de 1923, protestaba contra la dureza del reglamento: ‘Pronto nos colocarán plomo en los bolsillos’, decía. Y cómo Robic, ganador del Tour de 1947, se cargaba de plomo para bajar más rápido los descensos. Para el autor, el sufrimiento que impone el Tour es de plomo.

Las anécdotas de Izaguirre destacan la épica y el sufrimiento del ciclismo pero también sus pequeñas y memorables historias: los duelos entre Coppi y Bartali, Anquetil y Poulidor, Kübler y Koblet, Merckx y Ocaña o las hazañas de Induráin, Hinault y Amstrong, pero también el reconocimiento a las figuras menos visibles, como Walkowiak, que se arrepintió de ganar el Tour, o el argelino Zaaf que, a punto de ser el primer africano en ganar una etapa del Tour, se emborrachó y cayó mareado.

Como resume Izagirre, el Tour fue concebido como ‘una máquina de producir sufrimientos’. Y todavía lo es, aunque ahora se usen bicicletas sofisticadas y se hayan desarrollado tácticas de equipo. Pero, sobre todo en aquellos tiempos de plomo, los ciclistas constituían un proletariado de relumbrón, explotado por unos empresarios insensibles. Y pasaron décadas antes de que se tomara en consideración su salud. Durante muchos años, los corredores morían en caídas o reventados por etapas cercanas a los 500 kilómetros.

Ander Izagirre refiere también cómo aquellos profesionales eran expertos en drogas. Se trataba de sustancias producidas por la industria farmacéutica y que entonces no estaban demonizadas y eran repartidas generosamente. Aun sabiendo esto, asombra la confesión de Henry Pélissier, el ciclista más popular en 1924. Izagirre recoge una entrevista para Le Petit Parisien: ‘Henri rebuscó en el bolsillo trasero de su maillot, sacó un estuche y lo colocó sobre la mesa. Extrajo un par de frascos. ‘Esto es cocaína para los ojos. Y esto es cloroformo, para el dolor de rodillas. Ahora le voy a enseñar las píldoras –y sacó tres botes más-. Aquí lo tiene: funcionamos con dinamita’

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