Los estados de ánimo negativos (ansiedad, culpa, depresión, soledad, cólera) son precursores del consumo y de la recaída. Después de muchos años de buscar en las drogas una solución, este proceso se ha convertido en un reflejo automático.
Hay una conexión entre los estados de ánimo negativos y las recaídas. Por eso, durante los primeros meses de abstinencia es posible que uno esté más susceptible a tener estados de ánimo negativos. Cambios de humor, irritabilidad, hipersensibilidad al estrés y extrema ansiedad suelen ser secuelas temporales de la adicción.
Además tal y como sabemos en el centro de tratamiento de adicciones CITA, puesto que casi todo adicto es un superviviente de algún trauma, a menudo nos invaden intensos sentimientos relacionados con esa experiencia semanas o meses después de haber dejado la droga. Muchas personas experimentan una hipersensibilidad emocional en los primeros tiempos de la abstinencia.
En el centro de tratamiento de adicciones vemos a menudo como el enfado es un sentimiento que puede fácilmente provocar deseo por la droga en las etapas iniciales de la abstinencia, ya sea para aliviarlo o para vengarse de la persona que lo está provocando. Como sucede con otros sentimientos, el enfado del adicto suele ser desproporcionado respecto de la situación que lo ha provocado, ya que está cargado con la intensidad residual de muchos incidentes pasados en los que el enfado se fue acumulando. La ira y el impulso de drogarse están muy acoplados subliminalmente. El sentimiento puede permanecer por debajo del nivel consciente y convertirse en una avidez de droga.
La vergüenza es otro sentimiento difícil de tolerar al principio de la recuperación porque ataca la esencia misma de nuestro ser. A diferencia de la culpa, que deriva de creer que uno ha hecho algo malo, la vergüenza deriva de la creencia de que uno es malo. Y la fomenta la creencia adictiva de que yo no valgo lo suficiente.