Cocaína y experimentación animal

Cocaína y experimentación animal

Como los demás estimulantes psicomotores, la cocaína produce una variedad de efectos en la motricidad, que van desde la hiperactividad a efectos altamente tóxicos.

No son respuestas motoras simples, sino que incluyen una afectación de la conducta. Su naturaleza e intensidad dependen de los antecedentes de experiencia con drogas y del contexto conductual.

La cocaína es muy recompensadora para los animales. Esto se demuestra de forma contundente en la auto-administración, por la cual los animales realizan un trabajo determinado para conseguir la administración de cocaína.

Cuando el acceso a la droga es limitado, la recompensa de la cocaína consigue obtener en los animales conductas decididas para conseguirla.

La cocaína es, según este tipo de pruebas, la más recompensadora de todas las drogas. Cuando el acceso a la droga es ilimitado, se produce un consumo de grandes cantidades de droga, de modo que falla la auto-regulación. Los animales entran entonces en un ciclo de auto-administración frenético hasta llegar al agotamiento, proceso que se reinicia varias veces hasta la muerte.

La cocaína es sólo adictiva psicológicamente, ya que la privación del tóxico no se asocia a signos fisiológicos de abstinencia. De hecho, para los animales es la droga más letal.

La memoria de la experiencia con cocaína puede modificarla conducta. Los animales también prefieren los ambientes en los que han experimentado la cocaína de forma previa.

Es evidente la gran capacidad de recompensa y de creación de adicción de la cocaína en animales. Además, ambos efectos de la cocaína –motores y de recompensa- pueden dominar y distorsionar el funcionamiento normal. Estos mecanismos de conducta están relacionados con los efectos análogos de la droga en humanos.

Las dosis y condiciones en que la cocaína produce sus efectos, en particular sus efectos tóxicos y de recompensa, se sobreponen. La cocaína es, de forma simultánea, tóxica y altamente recompensadora.

Ello sugiere que los intentos humanos de control del uso de cocaína para integrarla en su vida son muy arriesgados y, en el caso de tener buenas posibilidades de acceso, se hacen aún más peligrosos.

Los estudios en animales pueden ser utilizados para determinar los mecanismos cerebrales de los efectos conductuales de la cocaína.

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