El problema de las benzodiacepinas

La mayoría de los tranquilizantes pertenecen a la categoría química de las benzodiacepinas. Los ejemplos más conocidos son el Valium (diazepam) y Librium (clordiazepóxido). Y han llegado a estar entre los medicamentos más recetados de la historia. En 1979, una de cada cinco mujeres y uno de cada diez hombres tomaban benzodiacepinas para una gran diversidad de situaciones, como el miedo al dentista, los nervios ante un examen o problemas más serios de ansiedad crónica. Se diseñaron fármacos similares, como el Xanax (alplazolam), recetado para las crisis de pánico, y el Halcón (triazolam), una benzodiacepina de acción rápida, muy utilizada como pastilla para dormir.

Las benzodiacepinas son ansiolíticas (alivian la ansiedad) e hipnóticas (facilitan el sueño). Refuerzan la acción del neurotransmisor inhibidor AGAB, de modo que ayudan a calmar la actividad nerviosa y surten un efecto sedante. En 1977, varios investigadores de Dinamarca y Suiza, en trabajos independientes, descubrieron receptores de las benzodiacepinas en el tejido cerebral. Les pareció enigmático, y todavía lo es. La gente no nace con Valium incorporado, así que, ¿dónde está la sustancia natural para la que están preparados estos receptores? Debe de haber una molécula en el cerebro que es una benzodiacepina natural –igual que las endorfinas son una forma natural de morfina (que se fija en los receptores opioides)- pero, hasta el momento, no se ha encontrado.

Investigaciones posteriores demostraron que los receptores de las benzodiacepinas estaban situados sobre todo (pero no únicamente) en el sistema límbico, que se encarga de regular los estados emocionales. Se concentran especialmente en la amígdala, una estructura en forma de almendra dentro del sistema límbico, y seguramente forman círculos neurales que ayudan a modificar la experiencia del miedo. Resulta que los receptores del AGAB y la benzodiacepina ocupan lugares distintos en una misma molécula proteínica de gran tamaño. Cuando la molécula de Valium o algún otro tranquilizante se fija a su receptor, altera sutilmente la forma de esa proteína para permitir que el AGAB se fije con más fuerza. El resultado es el efecto tranquilizador.

Los barbitúricos y el alcohol se fijan a un tercer lugar de ese receptor, y también refuerzan el efecto inhibidor del AGAB sobre el cerebro, de forma que varios circuitos neuronales, fundamentales para mantener la respiración y los latidos del corazón, dejan de funcionar.

Además del peligro de combinarlos con alcohol, el principal inconveniente de las benzodiacepinas es que provocan dependencia fisiológica y psicológica. Si una persona deja de tomarlas después de consumirlas durante mucho tiempo, sufre toda una serie de síntomas desagradables, como ansiedad ‘de rebote’, insomnio, temblores y palpitaciones. Para aliviar este estado es frecuente que el paciente vuelva a tomar el medicamento, y entonces da la impresión de estar ‘enganchado’.

En la actualidad, un médico responsable sólo receta benzodiacepina cuando es estrictamente necesario: en periodos de extrema tensión, o para que una persona pueda dormir una noche cuando verdaderamente lo necesita. Nadie debe tomar benzodiacepinas durante más de un mes seguido, aunque una minoría de personas sigue tratamientos prolongados. Este dato es especialmente preocupante en las personas mayores, que son más sensibles a los efectos sedantes de los tranquilizantes, y tienen más probabilidad de sufrir caídas u otro tipo de accidentes mientras los toman. Existe además la inquietud de que el efecto de ‘resaca’ que ejercen los hipnóticos de benzodiacepinas puedan ser responsables de algunos accidentes de tráfico.

Las personas que toman benzodiacepinas durante periodos prolongados necesitan dejan de hacerlo de forma gradual y bajo supervisión médica. Y quizás sigan necesitando un método alternativo para aliviar su ansiedad o su insomnio. Tanto la ansiedad como el insomnio, si no se tratan debidamente, pueden conducir al alcoholismo, la depresión y hasta al suicidio.

Todo ello no quiere decir que ya no haya que usar benzodiacepinas. Una inyección de Valium antes de una operación resulta muy útil para que el paciente se relaje, tanto física como mentalmente.

Scroll al inicio
Este sitio web utiliza cookies que ayudan al funcionamiento del sitio web y para rastrear cómo interactúa con él para que podamos brindarle una experiencia de usuario mejorada y personalizada. Solo usaremos las cookies si usted lo acepta haciendo clic en Aceptar    Más información
Privacidad