Las mujeres jóvenes constituyen un segmento de población de fumadores particularmente vulnerable pero, irónicamente, fue uno de los objetivos de la industria del tabaco para mantener su cuota de mercado.
En general, las mujeres no fumaban o, al menos, no fumaban públicamente o en un número significativo, hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la tasa de fumadoras aumentó hasta el 25%, casi la mitad del índice de fumadores masculinos.
Sin embargo, la tasa de fumadores ha disminuido ha disminuido del 51,9 en 1965 al 26%, mientras que la de fumadoras ha disminuido sólo en una tercera parte, del 33,9 al 23,5%. No es improbable que pronto el número de mujeres que fuman sea el mismo o mayor que el de hombres fumadores.
Y estamos ante un problema muy grave, porque las adolescentes no comprenden en realidad las amenazas para su salud que implica fumar. Desgraciadamente, es difícil convencer a las adolescentes de que dejen de fumar.
El tabaco y la menstruación de las mujeres jóvenes
Existen también problemas biológicos relacionados con el hecho de fumar y las chicas jóvenes. Por ejemplo, parece haber una interacción definitiva, pero compleja, entre fumar cigarrillos y la regulación hormonal.
Los estudios sobre el hecho de fumar cigarrillos y las variaciones en los estados hormonales femeninos durante el ciclo menstrual han observado que las mujeres fuman más durante la menstruación. Otro estudio ha mostrado una elevada relación entre menstruación y síntomas de abstinencia en mujeres fumadoras.
El tabaco y las mujeres embarazadas
Una vez se ha distribuido por el organismo, la nicotina estimula diversos sistemas y puede desplazarse a cualquier área. Atraviesa la barrera placentaria y penetra directamente en el líquido amniótico y en el cordón umbilical.
Cuando una mujer embarazada fuma, su hijo también fuma. El peso de la gestante y el peso del recién nacido tiende a ser inferiores en casos de madres fumadoras. Y se encuentra nicotina en la leche materna.