La dependencia patológica del alcohol

La dependencia patológica del alcohol

El alcoholismo es una dependencia patológica del alcohol. El individuo alcohólico es aquel que la sufre, de tal modo que sus preocupaciones y su comportamiento están centrados en la bebida, ya que la dependencia física del alcohol le exige beber para poder mantener el equilibrio biológico y evitar la aparición de los síntomas que provoca la abstinencia.

El alcoholismo es ya una auténtica enfermedad, definida por la presencia simultánea de cuatro fenómenos: la tolerancia, la dependencia psíquica, la dependencia física y los síntomas de abstinencia.

La tolerancia es el fenómeno por el cual el individuo necesita cantidades progresivamente mayores de alcohol para obtener los mismos efectos que antes obtenía con cantidades menores.

Esa tolerancia se desarrolla por exposición a alcoholemias elevadas. En general, se considera que un consumo habitual por encima de 100 centímetros cúbicos de alcohol absoluto al día constituye un alto riesgo de alcoholismo. Esta cantidad es la contenida en un litro de vino, por ejemplo.

La tolerancia aparece a diferente velocidad según las personas, y aún en cada una de éstas también a diferente velocidad para cada uno de los efectos del alcohol: tranquilizante, euforizante, etc.

El bebedor desarrolla enseguida una dependencia psíquica, que es el impulso que lleva a tomar periódica o continuamente bebidas alcohólicas para experimentar placer o evitar molestias. Esto provoca una situación en la cual las preocupaciones y el comportamiento de la persona están centrados en la bebida, en buscar las ocasiones de beber y en tener la bebida disponible.

Los criterios para definir la existencia de una dependencia psíquica del alcohol (o de cualquier otra droga) son:

  • La sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un periodo más largo de lo que inicialmente se pretendía.
  • Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el consumo de alcohol.
  • Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de alcohol, en su consumo o en la recuperación de sus efectos.
  • Reducción de importantes actividades sociales, laborales o de ocio debido al consumo de alcohol.
  • Se continua tomando alcohol a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos recidivantes o persistentes, que parecen causados o exacerbados por el consumo de alcohol.

Si se cumplen al menos tres de estos criterios, estamos ante un caso de dependencia psíquica del alcohol, aun cuando el sujeto no sea consciente de ello.

Al mismo tiempo, se va estableciendo la dependencia física, que es la situación en la cual los tejidos del organismo, especialmente el sistema nervioso, necesitan la presencia de alcohol para mantener su funcionamiento y equilibrio. Se precisa de un alto grado de tolerancia para poder mantener durante mucho tiempo unos niveles de alcoholemia tan críticos que su descenso provoque síntomas.

El síndrome de abstinencia es el conjunto de estos síntomas que aparecen tras la suspensión o disminución de la ingesta, tanto después de beber grandes cantidades de alcohol durante mucho tiempo como después de un periodo de uno o varios días en los que se ha bebido intensamente.

Los síntomas de abstinencias después de un período de bebida corto pero intenso son los que constituyen la resaca, caracterizada por dolor de cabeza, náuseas, vómitos, mareos, vértigos, insomnio, temblor, ansiedad, sequedad de la boca, etc.

Cuando el bebedor es habitual, los síntomas de la abstinencia suelen aparecer por las mañanas al despertar, cuando lleva sólo unas horas sin beber. Pueden ser leves o muy graves, según el tiempo de evolución. Comienza con sudores matutinos y náuseas o vómitos, temblores en las manos, ansiedad o depresión y irritabilidad. El sujeto alcohólico empieza a beber nada más despertarse para encontrarse mejor, con lo que en realidad no hace sino agravar y perpetuar el problema.

Los síntomas aún más intensos del síndrome de abstinencia se manifiestan con aumento de la tensión arterial, desorientación, deterioro de la memoria y crisis epilépticas, que aparecen a las pocas horas de suspender la ingesta de alcohol.

Los criterios para el síndrome de abstinencia de alcohol son:

  • Interrupción (o disminución) del consumo de alcohol después de su consumo prolongado y en grandes cantidades.
  • Dos o más de los siguientes síntomas desarrollados horas o días después de la interrupción o disminución: Hiperactividad autonómica, temblor de manos, insomnio, náuseas o vómitos, alucinaciones, agitación psicomotora, ansiedad, crisis epilépticas.
  • Los síntomas acabados de mencionar provocan un malestar clínicamente significativo o un deterioro de la actividad social y laboral, o de otras áreas importantes de la actividad.
  • Los síntomas no se deben a una enfermedad médica no psíquica ni se explican por la presencia de otro trastorno mental.

El grado máximo de síndrome de abstinencia es el llamado delirio por abstinencia alcohólica o delirium tremens. Generalmente se inicia entre el segundo y el tercer día de abstinencia y, con el tratamiento adecuado, puede desaparecer al cabo de aproximadamente una semana. Tiene un importante grado de mortalidad y mucho mayor de complicaciones, como la demencia, la pérdida definitiva de memoria o trastornos graves de la personalidad.

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