Una vez detectado el problema del alcoholismo, ¿qué puede hacerse? Encaminar al sujeto que tiene un problema alcohólico hacia las personas e instituciones que mejor puedan ayudarle.
Dada la complejidad de la enfermedad por las frecuentes recaídas y las múltiples variedades que suelen presentarse, es habitual recurrir al tratamiento psiquiátrico y a la psicoterapia.
Existen diversos fármacos que pretenden inducir en el paciente una aversión al alcohol al provocar síntomas muy desagradables –náuseas, vómitos, hipotensión arterial- cuando se ingiere alcohol cuando se está bajo su efecto.
Una vez conseguida la desintoxicación, será fundamental mantener a la persona alejada del alcohol e inhibir el deseo incontenible de seguir bebiendo.
Para lograr estos objetivos, es necesario continuar con la periódica atención psiquiátrica, el permanente apoyo familiar y ambiental, y también en ocasiones recurrir a la utilización de fármacos que no producen aversión al alcohol sino una disminución del deseo de beber. Los mejores resultados se obtienen cuando la prescripción de estos fármacos forma parte de un plan terapéutico integral e individualizado.
Así, la intervención psicosocial aumenta el cumplimiento del tratamiento, y los fármacos, en la medida en que reducen el ansia por consumir, ayudan a conseguir y mantener la abstinencia y hacen al paciente más receptivo a las intervenciones psicoterapéuticas.
Desde el inicio del tratamiento se debería informar claramente, tanto al paciente como a sus familiares, sobre las posibles recaídas, así como de la actuación que debe seguirse ante las mismas. La actitud del profesional ante una posible recaída, ha de ser en todo momento de comprensión y ayuda, y nunca de recriminación.
De igual modo, el paciente alcohólico y sus familiares deben tener muy claro que, si esta situación aparece, la actitud más adecuada es la de demandar ayuda profesional.
La familia podría y debería ser el lugar más idóneo para intentar la resolución de la mayoría de los casos de los más jóvenes.
Es esencial separar al individuo del ambiente en que se desarrolla habitualmente su contacto con los amigos consumidores. En esto hay que ser drástico.
Si no se consigue esta separación, todos los demás métodos de ayuda están de antemano condenados al fracaso, porque la tendencia a seguir con las actividades del grupo, entre las que se encuentra el consumo primordial de alcohol, será más fuerte que las sugerencias en contra del consumo.
Todos los procedimientos dirigidos a ayudar al sujeto a apartarse del alcohol deben ir acompañados de una oferta de actividades sustitutorias de las que conlleva el consumo de alcohol, que distraigan la atención del alcohol y hagan que la persona se sienta desinhibida y realizada si necesidad de recurrir a la droga.