Tabaco, depresión y alcohol

Tratamiento Tabaco, depresión y alcohol

Tabaco, depresión y alcohol

Algunos estudios de muestran con claridad la relación entre fumar y depresión, y otros datos indican que dejar de fumar es mucho más difícil para un paciente deprimido que para el resto de la población.

Las personas que sufren trastornos psiquiátricos, ¿alivian sus síntomas fumando? ¿Fuman para facilitar los efectos secundarios de su medicación? ¿Fuman ahora porque son adictos? ¿Tienen estas personas una predisposición biológica a fumar?

Obtener la respuesta a esta y a otras preguntas puede ser una tarea compleja. Por ejemplo, investigaciones sobre fumadores en abstinencia han observado cambios fisiológicos (aumento de peso, EEG y cambios de la frecuencia cardíaca), junto con síntomas psicológicos como inquietud, insomnio e irritabilidad, que pueden enmascarar verdaderos síntomas psiquiátricos.

El tabaco puede exacerbar los efectos de varios medicamentos psiquiátricos.

Además, los niveles sanguíneos de droga en pacientes no fumadores ingresados pueden ser significativamente diferentes de los de pacientes ambulatorios que no han dejado de fumar.

Es difícil examinar la relación entre tabaco y otros trastornos psiquiátricos, simplemente porque numerosas personas con trastornos mentales son fumadoras.

A menudo, las personas que sufren trastornos cardíacos, por ejemplo, están deprimidas y frecuentemente son fumadoras. ¿Dónde empieza esta relación y dónde termina? ¿Hasta qué punto se ha extendido esta aparente conexión?

De diez alcohólicos, ocho son fumadores y los estudios muestran que, cuánto más beben, más fuman. Fumar puede ser una señal o provocar una recaída en alcohólicos, y viceversa.

Los fumadores a menudo intentan dejar de fumar y quizás sean incapaces de hacerlo por un problema psiquiátrico. Hay estudios que confirman que los fumadores con depresión mayor tienen más probabilidades de fracasar en sus intentos de dejar de fumar.

Y que los que siempre habían fumado tenían mayor probabilidad de estar deprimidos en comparación con quienes nunca habían fumado.

El tema fumar y depresión se centra en la cuestión de vulnerabilidad biológica común frente a la automedicación.

La existencia de un índice más alto de consumo entre los que presentan una historia de depresión, ¿indica que tienen una mayor probabilidad de seguir fumando para evitar síntomas de abstinencia de nicotina (por ejemplo, depresión) o es una depresión relacionada con el tabaco de algún otro tipo genético?

Se especula sobre si el consumo adolescente sugiere un deseo de evitar síntomas de depresión o ansiedad. Este método de auto-tratamiento puede exponer a personas, genéticamente vulnerables al tabaco, a una edad en que se inician los hábitos de fumar, empezando así una historia de retroalimentación.

Otras investigaciones muestran que fumar cigarrillos puede asociarse a síntomas de depresión más que a la depresión misma, y que el grado de dependencia del tabaco también se relaciona con la probabilidad de depresión.

En un estudio se observó que los fumadores que previamente habían presentado episodios de depresión, tenían mayor probabilidad de convertirse en adictos a la nicotina, e igualmente, quienes habían fumado durante un largo período era probable que también se deprimieran.

Estas investigaciones confirman la teoría de que ciertos tipos de personalidad pueden ser más vulnerables a la adicción al tabaco. Sugieren que los niños que sufren ansiedad, inquietud, agresividad, y síntomas depresivos, probablemente se conviertan en fumadores de adultos.

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