Soy principiante en estos temas y me cuesta un poco expresarme , por eso pido perdón de primeras por si alguien se sintiera ofendido. Soy alegre, divertido, extrovertido, simpático, amigo de tus amigos y de mis amigos y ADICTO. Tengo una mujer 12 (o sea, lo mejor de lo mejor). Faltan cualidades para describirla…, pero ella no es el tema a describir en esta carta. El tema es que yo creía que no estaba enfermo, que era una persona normal, aunque consumiendo. Pero el caso es que era falso. Todas mis buenas virtudes antes comentadas se iban poco a poco consumiendo y desapareciendo, como dibujos escritos en la orilla de una playa, donde cada ola que golpea la orilla se va llevando poco a poco una parte de tí sin que sientas ni una pizca de ese suave arrebato.
Sin embargo, llego un día en el que tuve que afrontar mi adicción y mi enfermedad. Al principio, me costó decidirme, ni por asomo quise pensar que era un ADICTO, pero algunas circunstancias en mi trabajo y en mi vida personal abrieron una brecha en el hondo y oscuro pozo en el que estaba metido, dejando penetrar un ligero y suave rayo de luz al que me agarré con fuerza. Esto, más el empuje de mi MUJER 12, me permitieron darme cuenta de mi problema, sin provocar más consecuencias malignas para mi y para mi família.
Decidimos en ese mismo instante ingresar en un centro de toxicomanías. Dudé mucho por los comentarios de la gente y por las películas que había visto años atrás, pero un tío mio (Gilito) y mi mamá me comentaron que el hijo de un amigo de ellos estuvo ingresado en un centro llamado CITA, que escrito al revés coincide con mis iniciales: ATIC.
Yo no estaba muy convencido, pero era un paso que tenía que dar para curarme y para el bienestar de mi familia, que es lo que más quiero; los amo con locura y me dieron todo su apoyo y su confianza (hasta mis suegros) y yo no iba a decepcionarles, ni a ellos ni a mi mismo.
El viaje a mi nuevo destino fue angustioso y corto; cinco horas de coche dándole al coco y preguntándome como coño serian mis compañeros, si tendría problemas en adaptarme o incluso problemas personales con otros pacientes. Era un sentimiento de incertidumbre que no hacía más que crecer y crecer en mi interior
Al final llegamos a mi destino y el sentimiento de incertidumbre poco a poco fue desvaneciéndose pues las instalaciones eran tal y como me las habían descrito mi tío y mi mamá . Era como estar en un resort, mis compañeros eran agradables, simpáticos, cariñosos, atentos y normales. El único defecto era nuestra ADICCION a alguna sustancia. Los terapeutas, ídem de lo mismo pero sin la adicción, nos entendían, nos respetaban y nos conocían como buenos profesionales que son. Ellos son y serán de mucha ayuda tanto para mí como para el que quiera curarse. Venir aquí para pasar el rato es perder el tiempo y hacérselo perder a los profesionales de los que dependemos dentro de la clínica.
Hasta aquí llegó mi relato. Se despide un EX-ADICTO.
GRACIAS A TODOS LOS QUE HAN CREIDO EN MÍ, APOYADO Y AYUDADO. OS LLEVO EN MI CORAZON. HASTA PRONTO.